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Ayto Vélez-Málaga | Concejalía de Turismo

006 Los tres primeros paños / Parte izquierda del transepto

6. LOS TRES PRIMEROS PAÑOS-PARTE IZQUIERDA DEL TRANSEPTO

Una vez estamos situados en la parte izquierda de esta nave transversal, vemos tres grandes paños. El del centro, tiene en su centro una talla de la Crucifixión, a la izquierda, observamos un carro de bueyes con la recolección de la caña de azúcar y a la derecha, hay una escena de juegos infantiles, junto a un cabrero. Es aquí, en este paño de la derecha, en donde comienza el recorrido por esta obra.

Como vemos, en este primer paño, el maestro ha reflejado el mundo de la infancia.

Un mundo, ideal para todos nosotros, que en el caso de Evaristo Guerra incluía personajes simpáticos y familiares que pertenecían al Vélez-Málaga rural de hace algunos años.

Además, en el paño situado a la de la derecha de estos tres primeros paños, observamos también que el artista representa, ¡y dónde mejor que en la Axarquía!, el misterio de la creación del universo.

 

"Si nos ponemos en el centro, delante del Crucifijo, a la derecha nuestra, arriba, vemos a Dios Padre que está separando de la noche el día, y así creó la luz de la Axarquía".

 

Más abajo de Dios Creador del mundo, apreciamos escenas felices, de familias y de juegos infantiles, y en la que se ve un cabrero con su ganado de cabras de típica raza malagueña.

 

"Más abajo, he reflejado algunos recuerdos míos de pequeño, pues yo mismo podría ser cualquiera de los niños que aparecen jugando con la cometa.

También, de pequeño, he observado a esa niña que va con sus padres y que está con el diabolo..., a ese cabrero que iba por Vélez con las cabras..."

 

Hay que decir que el cabrero que aquí vemos, además de simbolizar a todos los cabreros de Vélez-Málaga, viene, en cierto modo, a plasmar la leyenda sobre el origen de la Ermita en la que se cuenta que, hace muuuchos, muchos años, la hija de un cabrero se encontró una hermosa imagen debajo de un olivo, similar a los que aún cubren el Cerro.

Y aquel legendario cabrero y su hija, creyéndose que la imagen era la de una muñeca, se la llevaron a su casa para que la niña jugara con ella y allí la dejaron.

Pero, cuál fue su sorpresa, cuando al día siguiente, el cabrero volvió al Cerro y se encontró, de nuevo, la misma imagen...

Al final, tras repetirse varias veces el misterioso incidente, la leyenda nos cuenta que el cabrero y su familia se dieron cuenta de que no se trataba de una simple muñeca sino que era una imagen de la Virgen que parecía pedir, con su insistente aparición en el Cerro, que allí se construyera un templo.

Además, completan este primer paño, almendros en flor, y colinas, que tienen el color cárdeno de los amaneceres de la Axarquía, y que conforman una estampa en la que ya aparece el caserío de la Ciudad, que se extiende desde aquí al siguiente paño, sobre cuyo centro, como vemos, se haya Cristo Crucificado.

Se trata de la antigua talla del venerado Cristo del Mar, alrededor de la cual se representa, pintada sobre la pared, la escena de la Pasión.

Una Pasión de Cristo en la que, acogiéndose a los cánones sobre esta temática, tantas y tantas veces reflejada por los maestros clásicos de la pintura nulligiosa, vemos, que, acompañando a Jesucristo, están las Tres Marías, San Juan Evangelista, José de Arimatea, y Nicodemo, y, también, en este caso, vemos que está presente la propia ciudad de Vélez-Málaga, que quiere, a través de la pintura del maestro, acompañar a Cristo, en esto trance.

Convirtiendo así a Vélez-Málaga en una réplica de la Jerusalén de los tiempos de la Pasión o, por ejemplo también, en una réplica de la Florencia del cuadro de la Crucifixión de Botticelli.

Vemos en este mural, bajo la cumbre nevada de La Maroma, y a ambos lados del Cristo crucificado, a la Iglesia de San Francisco, a la derecha, y, a la izquierda, la Iglesia de Santa María.

Arriba, en el luneto semicircular de la parte superior, un coro de ángeles celestiales que está también presente en este transcendental momento.

Continuamos, ahora, por el siguiente paño, el tercero, de los que conforman este primer tríptico.

Y aquí vemos que se representa una escena agraria, nullacionada con uno de los cultivos más tradicionales de la Axarquía, hoy, sin embargo, casi desaparecido: La caña de azúcar.

Se trata de la recolección, o monda, como se la llama en la Axarquía, de la caña, y de su posterior carga en carros para su trasladado a la antigua fábrica de azúcar de Torre del Mar.

 

"He hecho un homenaje a la caña de azúcar de Vélez, a cuya recogida le llamábamos aquí la 'monda'.

Recuerdo que siempre, por la plaza de Las Carmelitas, cuando venían del campo, se veía desfilar a todos los carros camino de la fábrica de azúcar que había en Torre del Mar"

 

Como comprobamos, en este poema pictórico del maestro Evaristo Guerra, el pintor nos brinda su singular homenaje a artes y oficios, ya casi desaparecidos en algunos casos, del Vélez-Málaga de hace, sólo, unas pocas décadas.

Si miramos hacia el luneto de la parte superior, vemos la representación del Misterio de la Anunciación, cuando el arcángel San Gabriel anunció a la Virgen María que iba a ser la madre de Dios hecho hombre.

Hay que decir que en las diferentes pinturas de los lunetos, vamos a ver plasmados distintos momentos de la vida y misterios de Jesús y de la Virgen María, que han sido objeto, a lo largo de la historia de la pintura, de diversas representaciones.

Y ahora que estamos aún en los primeros paños, vamos a reparar en unos detalles en los que, a buen seguro, se habrán percatado los visitantes que hayan mirado con mayor atención estos murales iniciales.

Y es que Evaristo Guerra ha querido plasmar, en los dos trípticos que conforman los dos extremos de esta nave transversal, o transepto, a un total de 12 personajes, espirituales, a razón de dos figuras por cada uno de los tres cuadros de los 2 trípticos.

Estos personajes, que se hallan semi escondidos, son recuerdos entrañables para el maestro y, por ello, ha querido que estén acompañándole.

Para poderlos ver, hay que agudizar nuestra mirada en estos murales.

Como decimos, hay 2 en cada uno de los tres murales de este tríptico inicial y otros dos en cada uno de los tres murales del tríptico con el que culmina el recorrido por esta obra.

El propio artista nos explica el porqué de haber recogido en su pintura a estos seres "encantados".

 

"He querido reflejar en estos seis paños, tanto en los de la parte izquierda como en los de la derecha, que también conforma un tríptico, a un total de doce figuras que están ahí, como camuflados en el paisaje.

Así, por ejemplo, vemos en este tercer paño, en el paño situado a la izquierda de nuestra vista, si nos ponemos en frente del Cristo crucificado, a dos personas. Una de ellas está a la izquierda, junto a la Iglesia de Santa María y luego, después, junto a la Iglesia de San Francisco, vemos a otro.

También, en el caso del primer paño, vemos a otro junto a la cometa...

Se trata de un homenaje a mis seres queridos.

Va dedicado a mis padres, que faltan... Y, en general, a toda la gente que falta en Vélez, que ya no están con nosotros.

He querido que todas estas personas estén simbólicamente aquí acompañándome en este homenaje que le querido realizar a la Virgen de los Remedios".

 

Y tras este emotivo recuerdo, vamos a seguir nuestro recorrido. Para ello, seguimos el muro y pasamos junto a un bonito púlpito que hay para llegar así al cuarto paño. 

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