La Necrópolis de Lagos, ubicada en una pequeña elevación junto al mar y muy cerca del asentamiento fenicio de Chorreras, es uno de los yacimientos funerarios más singulares de las costa malagueña. Datada entre los siglo IX y VII a.C., destaca por la aparición de tumbas de incineración excavadas en la roca, propias de los primeros colonos fenicios que llegaron a esta zona.
En estas sepulturas se hallaron urnas de alabastro de origen egipcio, objetos de gran prestigio que los egipcios empleaban para guardar las cenizas de personajes de alto rango. Entre los descubrimientos más importantes se encuentra un alabastrón completo, actualmente en el Museo de Málaga (Palacio de la Aduana), que contenía los restos incinerados de un hombre adulto junto a piezas cerámicas, un colgante con escarabeo y otros elementos de valor.
El yacimiento, protegido y señalizado, muestra cómo los fenicios buscaban ubicar sus enterramientos en lugares discretos y apartados para evitar saqueos, formando pequeños grupos de tumbas más que grandes necrópolis. Este tipo de sepulturas tempranas es característico de los asentamientos coloniales del Mediterráneo occidental.