Pintor autodidacta y barbero de profesión, nación en 1914, fue uno de los grandes impulsores de la Escuela Veleña de Pintura, junto a Antonio de Vélez y los hermanos Clavero. Su barbería se convirtió en un punto de encuentro para artistas y escritores locales, germen de una generación de pintores que marcaría la vida cultural de la ciudad.
Durantes los años cuarenta, recibió encargos relevantes como el lienzo de Santa María de la Encarnación para dicha iglesia. Participó en las primeras exposiciones colectivas celebradas en Vélez-Málaga y en varias muestras provinciales, donde fue elogiado por su dominio del color y su expresividad.
A partir de 1950 evolucionó hacia un estilo más simbólico y personal, sustituyendo las figuras humanas por muñecos para reflejar la condición humana como marionetas del destino. Expuso en Málaga y su ciudad natal con notable éxito antes de trasladarse a Barcelona en 1956, donde continuó pintando retratos y escenas costumbristas.
Falleción en 1965 en la ciudad condal. Y fue en 1972 cuando se le rindió homenaje con una placa conmemorativa que lo recuerda como Promotor de la pintura veleña, título que resume su papel esencial en el desarrollo artístico de Vélez-Málaga.